Ven a mi...

La noche cubría el firmamento, el viento se alcanzaba a escuchar rozando aquellos arboles alrededor del viejo castillo Einzbern en su interior, solo había una persona, un joven de cabellera blanca, al igual que el fino traje que portaba, se encontraba en el salón principal, en la oscuridad, sujetando en la diestra una punta de lanza bastante vieja mientras recitaba algunos cánticos extraños.

- Ven... Tú que serás mi compañero y me acompañarás en esta guerra... -

En el suelo, un círculo de hechizos apareció de la nada con un resplandor purpura, un silencio inquietante se apoderaba del castillo, quebrantado solo por la voz, ya mas elevada, del joven Dmitri

- Ich laden Sie... wer Wille anmuten am mein seitlich... wessen Säbel Wille beherrschen mein Schicksal... Lebensraum beim die heilig grial... falls Sie akzeptieren dieses Vernunft und dieses Wille , derzeitig Antwort mir... Hier liegt die schwört... Ich bin die Inkarnation von aller güt... Ich bin wer Wille ausradieren die arg vom Welt... Derzeitig , die sieben läuft Ski welches Anhalt die groß Dreifaltigkeit... Herstammen die Kreis über Begrenzung... Ach Hüter des Abschließen! -

El fragmento de lanza en la mano del joven se desvanecería en el aire como si fuese polvo, y un nuevo circuito de hechizos aparecería frente al mismo, la siluheta de un guerrero romano comenzaría entonces a emergir de este nuevo circuito, cargando sobre el hombro derecho una enorme lanza dorada, y ocultando su rostro con un casco.

- ¿Eres tú mi Master? -

musitó aquel guerrero de apariencia imponente, mientras el caballero de blanco asintió con la cabeza mientras una leve sonrisa se dibujaba en su rostro.

- Muy bien... Lancer... Es hora de trabajar... -